Cada cardenal que asuma el rol de sumo pontífice, debe, también, volverse custodio único del ataúd del profano, de la tumba del ángel peregrino, del eterno adversario de Dios, ese que yace petrificado debajo de la basílica de San Pedro, bajo el altar de los pecadores, en el sarcófago del rey de los apóstoles. La custodia de la tumba de aquel que puede ser llamado 'demonio' por los no iniciados ha sido eficiente a lo largo de los años, a través de los tiempos. Sin embargo, algo comienza a resquebrajar la losa que lo aprisiona, la que lo aísla del mundo y la humanidad, la que contiene a la furia diabólica encerrada, incapaz de contaminar el mundo con su pestilencia. En ese punto exacto, comienza la novela de Luciana Zavattaro, una narración intrépida que mezcla el terror con el suspenso que busca desentrañar aquellos secretos negados al gran público; una novela que lleva al lector por el riesgo de una trama impredecible, pero que es imposible de dejar de leer una vez que se ha abierto la primera página.